Usando excrementos humanos como fertilizantes

 

"Para transformar estos residuos en abono útil hay que añadir carbono, en este caso, de la caña de azúcar. Sólo de este modo se origina un entorno propicio para que se activen los microorganismos. Estos aprovechan la materia prima y al final del proceso eliminan (producen) nitrógeno, fósforo y magnesio, es decir, los nutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas. Además, las bacterias generan calor suficiente para matar los agentes patógenos que pueden ser peligrosos para el ser humano. Después de unos meses en el compostaje, los microbios han producido un suelo muy nutritivo, que se puede aplicar de forma segura en los campos."

 

Mucho antes de que Haití fuera golpeada por un devastador terremoto en 2010, el país sufría considerables problemas medio ambientales. La deforestación de los bosques de la isla había adquirido dimensiones alarmantes. Las imágenes de satélite mostraban grandes extensiones de tierra desprovistas en gran parte de vegetación. Aguaceros desmesurados arrastraban grandes partes de la costa de Haití al Mar del Caribe porque no había plantas que pudieran prevenir la erosión del suelo.

Cuando la desgracia golpeó a la isla, hace cinco años, la situación se convirtió en mucho más dramática. Alrededor de 1,5 millones de personas perdieron sus hogares en el terremoto y tuvieron que mudarse a refugios temporales, sin acceso a agua limpia o servicios de saneamiento básicos. Esto desencadenó –casi inevitablemente– una catástrofe de salud pública.

A diferencia de las personas de países industrializados, los haitianos no pueden simplemente "limpiar y olvidar". La mayoría de la población no tiene acceso a un inodoro funcional. Aquí es donde entra en juego SOIL (del inglés, Sustento Orgánico Integrado y Sostenible). La organización, fundada en 2006, trata de prevenir, o reducir, problemas de salud pública con instalaciones sanitarias ecológicas.

Una respuesta sin ánimo de lucro contra la crisis

"El acceso a servicios sanitarios adecuados es un derecho humano fundamental", dice Sasha Kramer, directora de SOIL. "Cuando se tiene un inodoro, es un hecho que se da por sentado. Sólo cuando no se tiene, pero se necesita con urgencia, es cuando uno se da cuenta de la gran contribución que prestan estos servicios a la dignidad humana", añade Kramer.

Sin aseos, los excrementos de las personas se concentran en lugares cercanos a sus hogares, penetran en el suelo y contaminan el agua potable. Desde el terremoto, los haitianos viven en peligro permanente de infectarse con una enfermedad potencialmente mortal, ya que el agua contiene agentes patógenos. Según estima un informe de las Naciones Unidas, en los años transcurridos desde el seísmo, aproximadamente 700.000 personas han sido infectadas con el cólera, por haber estado bebiendo agua contaminada. Como resultado de la infección murieron 9.000 personas.

SOIL entiende los excrementos humanos como un recurso valioso que, cuando se maneja adecuadamente, puede aliviar, en parte, el sufrimiento de la gente en la isla. El objetivo de la organización es cerrar un circuito entre el alcantarillado y la agricultura. La organización denomina "EkoLakay" a su solución que, mientras tanto, se está implementando en algunas zonas de Puerto Príncipe y Cabo Haitiano. En total 370 hogares están conectados a este sistema.

Los inodoros secos, también conocidos como baños secos ecológicos, que separan la orina y las heces entre sí, forman el núcleo de la idea. SOIL entrega los retretes por una pequeña cuota y los recoge de nuevo. Es un tipo de baño que se caracteriza por no utilizar agua corriente, sino que utiliza las capacidades del compostaje y la desecación para degradar la materia fecal. Para ello, la orina y las heces se separan y almacenan en contenedores separados. Esto evita, asimismo, que se cree una masa maloliente. Las heces secas se pueden transformar con facilidad de composta, que por su bajo peso, pueden ser transportadas sin mucho esfuerzo.

Sobre cómo funciona

Kramer estudió ecología en la Universidad de Standford. Allí, aprendió que el ciclo del nitrógeno es un conductor vital para los sistemas vivos. Esto le ha ayudado en el desarrollo de la idea, según cuenta. Las plantas, por ejemplo, no pueden desarrollarse sin nutrientes, y eso incluye nitrógeno fijado en el suelo. En los 5.000 galones (unos 19.000 litros) de materia orgánica, que recogen los trabajadores de SOIL semanalmente y transportan a dos plantas de tratamiento de residuos, se encuentra una gran cantidad de nitrógeno.

Para transformar estos residuos en abono útil hay que añadir carbono, en este caso, de la caña de azúcar. Sólo de este modo se origina un entorno propicio para que se activen los microorganismos. Estos aprovechan la materia prima y al final del proceso eliminan nitrógeno, fósforo y magnesio, es decir, los nutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas. Además, las bacterias generan calor suficiente para matar los agentes patógenos que pueden ser peligrosos para el ser humano. Después de unos meses en el compostaje, los microbios han producido un suelo muy nutritivo, que se puede aplicar de forma segura en los campos.

SOIL somete esta composta a severos controles para asegurar que no queda ningún tipo de contaminación. Un estudio de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. confirmó su éxito. El Instituto analizó la presencia de E. coli en la composta. Esta bacteria está presente en el intestino y en los excrementos de los seres humanos y animales. Después de tan sólo cuatro meses, ya no era detectable.

Sin embargo, aún no es seguro si el proyecto SOIL podrá aplicarse a gran escala en Haití. "Haití tiene el potencial de ser más ecológica y proporcionar saneamiento para todos pero sólo si los proyectos están bien estructurados", explica Karsten Gjefle, director de la empresa noruega de sanitarios ecológicos SuSan Design. "Haití debe estar preparada para acompañar y participar en el experimento SOIL".

 

Oro Negro

La composta extraída de la materia fecal humana, según Kramer, es una alternativa económica a los fertilizantes químicos importados, que los agricultores no pueden permitirse. Su servicio debería funcionar en todas partes y hacer cultivables de nuevo suelos consumidos, también fuera de Haití.

Hasta el momento, SOIL ha vendido 75.000 galones (alrededor de 330.000 litros) de composta a 2 dólares por 25 libras (unos 11 kg) de bolsa. Los principales clientes son las organizaciones no gubernamentales y las comunidades que se ocupan de la reforestación y la seguridad alimentaria.

Sin embargo, el acceso a instalaciones sanitarias no sólo es un problema de Haití. A nivel mundial, 2,5 mil millones de personas no cuentan con servicios higiénicos adecuados, mientras que mil millones hacen sus necesidades al aire libre, de acuerdo con un informe de las Naciones Unidas. De tres a cinco millones de personas son diagnosticadas de cólera al año. El número de muertes de niños menores de cinco años por enfermedades gastrointestinales es mayor que el de muertes por VIH, sarampión y paludismo juntos.

Teniendo en cuenta estas cifras, según Kramer, ahora se trataría de solucionar los últimos problemas del concepto. "Estamos probando el modelo de negocio y esperamos ser capaces de trabajar en un contexto mucho más amplio en los próximos años".

Autor: Enrique Gili (AR/EL)

Fuente: http://www.dw.com/es/usando-excrementos-humanos-como-fertilizantes/a-18504891

(DW Deutsche Welle): Cadena de Alemania para el extranjero.